domingo, 7 de septiembre de 2014

Sexo, política, tradición e investigación

Irene Sánchez Brualla, Primera promoción de Ciencias Biomédicas de la UAB
Dos congresistas del partido Demócrata -Nita Lowey y Rosa DeLauro- escribieron el pasado enero a Francis Collins, director del NIH, para expresar su preocupación por el por el riesgo en el que está la salud de las mujeres como consecuencia de que en la investigación básica, los investigadores mayoritariamente utilizan sólo animales machos en sus experimentos (esta revisión de Mogil y Chanda de 2005 sobre los estudios en dolor muestra cifras contundentes). Esto es cierto para la mayoría de áreas de investigación, y tiene consecuencias en la salud de las mujeres.

En mayo, Francis Collins y Janine Clayton, directora de la Oficina de Investigación en Salud de las Mujeres del NIH (ORWH, por sus siglas en inglés) anunciaron que el NIH estaba preparando una serie de políticas que entrarían en vigor a partir de Octubre de 2014, que, entre otras cosas, requerirían que los investigadores que soliciten financiación por parte del NIH especificasen cómo iban a equilibrar el uso de células y animales masculinos y femeninos en sus experimentos, excepto en los casos en que estuviera justificado utilizar un sólo sexo.

Esta medida parece razonable, pero una crítica de Douglas Fields publicada en Scientific American da pie a un debate interesante sobre si el paquete de medidas que ha puesto en marcha el NIH obedece efectivamente a un intento de mejorar el rigor y la relevancia científica de los estudios financiados por esta institución, o a una mera decisión política.

El investigador sostiene que dicha política supondrá un gasto innecesario de dinero, y critica que el requisito de utilizar animales de ambos sexos en los experimentos no venga acompañado de una mayor dotación de las ayudas. Defiende que la idea de que "los científicos no utilizan hembras porque su ciclo estral hace que sus resultados sean más variables" no es correcta, sino que simplemente, los investigadores no pueden mezclar machos y hembras en el mismo experimento en los casos en que la característica que están midiendo no es comparable físicamente entre ambos grupos, como por ejemplo, la velocidad con la que recorren un laberinto. En estos casos, la inclusión de animales del otro sexo (la política afecta también a experimentos en los que sólo se utilicen hembras), obligaría a utilizar el doble de animales, para poder separarlos por sexos y estudiar ambos independientemente.

El Dr. Fields defiende que sería más útil aumentar la financiación para los proyectos que estudian específicamente las diferencias biológicas entre sexos. Aunque en este aspecto, no hay que olvidar que la ORWH ya lleva tiempo haciéndolo: colabora desde hace años con la US Food and Drug Administration (FDA) para cofinanciar el programa de Centros Especializados en Investigación en Diferencias entre Sexos, que promueve las colaboraciones interdisciplinares para estudiar el impacto de las diferencias sexuales y de género en el área de la salud.

A pesar de esta crítica, la acogida de la política del NIH parece ser mayoritariamente positiva. El NIH parece dispuesto a aceptar los argumentos de los investigadores que puedan razonar por qué no utilizan ambos sexos en sus experimentos, aunque insiste en que estos casos "pasarán a ser la excepción, no la regla". Si la institución está dispuesta a aumentar la cuantía de las ayudas para permitir a los investigadores utilizar el doble de animales, y a tener en cuenta el mayor consumo de tiempo que tendrán este tipo de investigaciones a la hora de evaluar la productividad de un grupo (frecuentemente en base al número de publicaciones), estas medidas pueden ser viables.

Lo que sí será necesario es evaluar los resultados de la política, por ejemplo: si constantemente un medicamentos que reduce la presión arterial demuestran los mismos efectos en machos y en hembras, a partir del momento en que esto esté establecido se podría volver a los experimentos con un sólo sexo, reduciendo los costes y el tiempo de las investigaciones relacionadas.

1 comentario:

  1. Precisamente, creo que la crítica de Fields, es la más acertada de las posiciones para tener representado a ambos sexos en un estudio básico o clínico. Está claro que para avaluar un fármaco (por ejemplo), sería imprescindible conocer cómo puede afectar a su efectividad en cada ciclo de su estro. Aunque hacer esto sea más costoso... Pero saber esto, también podría enfocarse en una medicalización más personalizada. Cambios de dosis o fármacos en diferentes ciclos menstruales... Entre hembras y machos, etc.

    ResponderEliminar